ENTRE NOTAS Y SUEÑOS

La música en el liceo Nibaldo es un lugar especial. Nada es real hasta que se toca, canta o repite un acorde. Toco la viola en la orquesta, y cuando le paso el arco, siento que mi alma habla en lenguas no corporales. Varias recreaciones, ensayamos durante el almuerzo, y la sala de música está llena con un suave hormigueo emocional.
La música me llena para tocar y cantar. Y el profesor es increíblemente creativo: nos enseña a sentir cada nota, cada vibración del sonido. Soy un local en la cámara de eco, construida de los sonidos de los actos escolares.
Es un escalofrío, un torrente de adrenalina y miedo.
La música en Nibaldo no es sujeto: es una fortaleza de soledad, un idioma secreto y un lugar en el que soy yo.